sábado, 15 de diciembre de 2007

Baile de máscaras



Internet nos da muchas oportunidades para esconder nuestra verdadera identidad, hacernos una nueva; y así participar en este baile de máscaras donde uno puede mentir a su antojo sin que nadie le pueda reprochar nada. Quizá en realidad no me llame Aranzazu, quizá no estudie primero de bachillerato, puede que no tenga dieciséis tiernos años, quién sabe si ni siquiera sea mujer. Aunque en este caso os aseguro que todo lo anterior es cierto.



Tengo varias cuentas en diversos sitios de Internet, de hecho, en esta red de redes conocí a mi novio -ya hace dos años y medio que nos conocemos en persona, no se piensen que yo sería capaz de mantener uno de esos tristes romances cibernéticos donde si se ve la cara de la persona amada, es a través de la webcam, los besos son meros iconos, los susurros con promesas de amor viajan por cables hasta la computadora del amante... ¿Qué mierda de amor es ése?- y nunca hubo máscaras: él sabe cómo soy, y yo le conozco bien, nada de nicknames que hagan pensar al otro si ese 69 es la edad, el año de nacimiento o una declaración de intenciones.

Pues en esta red de redes he conocido a bastante gente, dándome cuenta de que si tengo problemas de relación con algunos compañeros del instituto no es mi manera de ser, mis gustos tan raros a sus ojos ni nada por el estilo, ya que sin disimular nada de mi ser he hecho buenas amistades con personas de todo tipo, iguales a mí o absolutamente diferentes.




La verdad que en este baile de máscaras yo voy con la cara descubierta.