domingo, 13 de enero de 2008

La flor del mal

o Cuando los problemas se multiplican.



¿Por qué Núria ya no es Núria? ¿Por qué la miro a los ojos y no la veo?


Veo en sus ojos una mirada diferente, amarga de supuesta experiencia, la sonrisa ahora es un gesto torcido y su risa suena metálica y forzada.


Crece torcida, con mala guía, volviéndose amarga por la amargura que en ella vuelvan los demás burlándose de ella, llenándose de espinas punzantes. Parecía más madura años antes, ahora veo en ella una niña que no sabe lo que quiere y que cuanto más experimenta más decrece.


La miro y la veo más pequeña que antes, pero metida dentro de ropa de persona mayor y fumando y bebiendo como una persona mayor. Pero a mis ojos se vuelve cada vez más chiquitita y me dan ganas de llorar, de ser su madre y arroparla.


Y que alguien me arrope a mí, por favor, que tengo frío y estoy sola y necesito acurrucarme entre suaves sábanas de franela y pesadas mantas de lana y dormir, dormir, dormir como un lirón hasta que todo pase y pueda volver a ser feliz de verdad, a reír sin una sombra de preocupación, a poder mirar a todo el mundo y todos los asuntos.