domingo, 18 de noviembre de 2007

Llena de odio eres



He tenido bastante mala suerte con la gente en mi relativamente corta vida. Conozco a tanta gente que desearía no conocer... Sé tantas cosas que preferiría ignorar...
El otro día hablaba con una compañera del quiosquero que tiene el puesto abajo. Cada mañana nos despierta a toda la cara del bloque orientada hacia él. No sé muy bien cómo puede mantener a su familia: abre temprano, pero también cierra bastante temprano; no vende nada, pues sus clientes suelen ir a hablar con él (a gritos) ojear la prensa deportiva, remolonear e irse. Yo no compro allí: quiero que se arruine, lleva haciendo de las mañanas de mis fines de semana algo horrible. Llamar a la policía no sirve: en cuanto oye las sirenas, baja el volumen un ratito y así no le pueden decir nada. Es horrible. Comentando la rabia que me produce mi compañera me dijo que si me estaba oyendo, que no hacía más que expulsar odio por los poros de mi piel.

Creo que es sobretodo el odio y el rencor lo que me mantiene en pie.


¿No ves que a aquellos a los que odias les importas una mierda?


Lo sé muy bien. Algún compañero me ha herido profundamente y pese a recibir algún castigo por parte del centro escolar cuando ha sido oportuno, siguen intentando buscarme las cosquillas. Yo no quiero saltar, ya que es lo que buscan, pero hay días que me aliviaría cargando violentamente con toda la rabia de cada una de mis células contra esas personas... Pero no lo hago. Soy una persona civilizada.

Aunque por su culpa estoy así, podrida por dentro, sin más sustento que imaginarme que finalmente es cierto eso de que el tiempo pone a cada uno en su lugar, como tanto me dice mi madre. O que todo lo que te hacen es por envidia... Bien poco me alivia que me envidien (supuestamente). El daño ya fue hecho, a diferencia de las disculpas. Me temo que antes de que me pidan alguna disculpa esas personas descerebradas lloverá café. ¿Aceptaría sus disculpas? ¿Para qué me lo planteo, si en su vida me van a pedir perdón?



La moraleja es que yo estoy mal, dando tumbos, sin ver sentido a nada.

¿Y ellos?

2 comentarios:

Joselu dijo...

Es bueno dar salida creativa a los sentimientos que nos acongojan y que nos devoran por dentro. El odio te corroe. Escribe un texto teatral sobre ello. Este blog es una ventana abierta al mundo que te servirá para confrontar tu subjetividad con la de los demás. Utiliza tus sentimientos como estructura creadora. Una vez estaba yo en una escuela de teatro realizando una improvisación. Mis reacciones ante una situación creada no convencieron al profesor. Me quedé desolado por las reacciones de mis compañeros que no respondían a mis propuestas. El profesor entonces me dijo: Ahora está bien. Te estamos viendo en la cara tu desolación. Es un sentimiento auténtico. Investiga el odio que te domina, utilízalo. Supongo que es la única forma de trascenderlo. No te imagino como esos alumnos llenos de odio contra el mundo que descargan sus pistolas y matan a decenas de compañeros del centro educativo. Libérate y da entrada a nuevos códigos y sentimientos más enriquecedores. Tienes talento. Utilízalo.

Anónimo dijo...

Ellos no deben inquietarte sino tú misma debes ser la primera preocupación. No ofende quien quiere sino quien puede y tu fijación en los demás le ha dado alas. Has permitido que invadan tu espacio vital al tenerles consideración, aunque sea solo el odiarles.

Pdt-.Gracias por la visita y el comentario.Un saludo.