jueves, 22 de noviembre de 2007

Ríe cuando puedas y llora cuando lo necesites



Mi padre: Problemas, sólo problemas...
Mi madre: ¿Tan mal te encuentras, cariño?
Yo (abrazada a mi madre) : ...
Mi padre: ¡Tienes dieciséis años! ¡No tienes que estar así! Es que yo no lo entiendo... Sólo problemas, me cago en...
Yo: ...

Papá... ¿Cómo explicarte que lo que me duele es el alma? ¿Cómo hacer que entiendas cómo me siento? Prefiero que no lo entiendas, refunfuñes y luego al rato intentes animarme porque es lo mejor que se te ocurre... No me entiendas, por favor; para entender esto hay que pasarlo, y duele mucho...

Uno de los motivos que me impulsaron a reabrir el chiringuito fue mi estado de ánimo. Casi lo definiría como enfermedad.
Incluso a mí misma me parece un poco súbito e impulsivo decir lo que me pasa, pero me da igual desnudarme -metafóricamente-, pues muy pocos conocerán mi verdadera identidad, y necesito desahogarme, escribir lo que siento, lo que pienso, lo que me pasa; gritar por esta ventana.

Voy a una psiquiatra que la verdad de bien poco me sirve, tomo una medicación que siento que lo único que hace es dejarme un regusto raro en el paladar, me siento un bicho raro pese a saber que no soy la única y que yo no he decidido pasa por esto.

Zonas oscuras, Joselu. ¿Me entiendes?


1 comentario:

Joselu dijo...

Te entiendo, y mi impresión también que estoy tomando medicación actualmente, es que esto no tiene solución. Hay temperamentos o caracteres que por lo que sea transitamos por esas zonas oscuras. No sé si es una cuestión de karma. Ahora bien. Te puedo asegurar que la tristeza que me ha seguido como fiel compañera a lo largo de mi vida, no ha impedido que en mi vida haya habido momentos maravillosos de serenidad, de plenitud, de profunda alegría. He vivido intensamente -a pesar de los errores inevitables- y he disfrutado mucho. Podía haber sufrido menos es verdad. Pero pienso que los que tenemos esta enfermedad del animus quizás contamos con otra forma de iluminarnos el camino. Placer y dolor van juntos. El sufrimiento forma parte del ser. Ojalá yo fuera sencillo y divertido. Pero no lo soy, pero quizás tengamos otras cosas. No lo sé, pero no dejes de pensar que la vida se abrirá como un melón maduro y disfrutarás enormemente de ella. Por encima de las nubes está siempre el sol. Otro libro magnífico sobre el ser humano es El hombre en busca de sentido de Viktor E. Frankl, un psiquiatra que fue internado en Auschwitz, y de allí sacó una escuela psicoanalítica, la llamada logoterapia que se basa en que nuestras vidas aspiran a colmarse de sentido. Necesitamos como imperativo ético dar sentido a nuestras vidas. Si no, hay que descubrirlo, cuál es el verdadero sentido. Es un libro cortito. El hombre en busca de sentido. Es extraordinario como el de Primo Levi. Denso, profundo y oportuno para los que padecemos la terrible melancolía que nos devora. Un cordial saludo.