miércoles, 19 de diciembre de 2007

Mundo podrido


Cuando salimos del Duque de Nueva York videamos al lado de la iluminada vidriera principal del bar un viejo y gorgoteante pianitso o borracho, aullando las sucias canciones de sus padres y eructando blerp blerp entre un trozo y otro, como si guardase en la tripa podrida y maloliente una hedionda y vieja orquestra. [...]

Estaba como aplastado contra la pared, y tenía los platis en un estado vergonzoso, arrugados y en desoden, cubiertos de cala y barro, de roña y alcohol. Bueno, lo agarramos y le encajamos unos pocos tolchocos joroschós, pero siguió cantando. [...] cuando el Lerdo le dio unos cuantos puñetazos en la hedionda rota de borracho, paró el canto y se puso a crichar:

-Vamos, péguenme, cobardes hijos de puta... no quiero vivir en este mundo podrido.

Le dije al Lerdo que se apartase un poco, porque a veces me gustaba slusar lo que algunos de estos decrépitos starrios decían de la vida y el mundo.

-Bueno, ¿y qué tiene de podrido? -le dije-.

-Es un mundo podrido porque permite que los jóvenes golpeen a los viejos como ustedes hicieron, y ya no hay ley ni orden. [...] Ya no es mundo para un viejo, y por eso no les temo ni así, chiquitos míos, porque estoy demasiado borracho para sentir los golpes si me pegan, y si me matan, ¿qué más quiero? -Smecamos, divertidos, y el viejo continuó: - ¿Qué clase de mudno es éste? Hombres en la luna y hombres que giran alrededor de la tierra como mariposas alrededor de una lámpara, y ya no importa la ley y el orden en la tierra. Así que hagan lo que se les ocurra, sucios y cobardes matones. -Y para remate nos regaló un poco de música labial - Prrrrrrrrrrrzzzzzrr -[...] y reanudó el canto.


La naranja mecánica, Anthony Burgess



A mí no me agreden físicamente, pero me insultan y me humillan algunos compañeros. Pero yo actúo como el señor viejo ante Alex y sus drugos: canturreo, qué más da, me hago una coraza frente a sus desplantes, sus miradas, sus pretensiones de hacerme sentir mal con sus risitas y sus chismorreos. Dudo que la justicia haga nada -a no ser que todo esto llegara a dimensiones mayores, mi vida corriera peligro... Yo que sé- por lo que, como dice mamá, el mejor desprecio es no hacer aprecio. Vamos, que les oigo, pero no les escucho.

Se acercan las temidas fechas navideñas pero mi viaje a la biblioteca ha dado sus frutos: La naranja mecánica, of course, El hombre en busca de sentido e Informe sobre Auschwitz, eso es lo que encontré dentro de lo que buscaba. Pero bueno, mi estancia en la ruralidad será larga, pero no eterna.

Un saludo.

Agur!

2 comentarios:

Joselu dijo...

La naranja mecánica es una hiperviolenta historia de Stanley Kubrick, uno de mis directores de culto. He visto todo lo que dirigió y casi todo merece una nota magnífica. Senderos de gloria, Teléfono rojo, volamos hacia Moscú, Barry Lindon, Lolita, La chaqueta metálica, Odisea 2001 en el espacio... Cuando empezaba a dar clases tuve un alumno en COU que suspendía la sintaxis pero era un entusiasta de Kubrick. Había visto sus películas todas decenas de veces. Me hizo un trabajo sobre Kubrick extraordinario (sin internet porque tardaría todavía unas décadas en ser inventado y aplicado). Lo suspendí. Lo he lamentado siempre. Después de aquele suspenso recuerdo que quedamos un día para hablar y tomar algo(ya no era profesor suyo). No hablamos del tema en absoluto y sí lo hicimos de La naranja mecánica. Me gustaría saber de él. Tuvo la elegancia de no recordarme el suspenso. Un saludo.

Jueves dijo...

Hoy he pasado por la Escuela de Ingenieros Industriales... Me he acordado de ti... ¡No te puedes imaginar la cantidad de chicas que he visto! Hoy, además, es un día especial: empiezan las vacaciones, todos contentos y todos a celebrarlo...
Sí, he pensado en ti: ya verás cómo también encuentras un lugar (aunque, ya sabes, sea también de paso).
¡Un abrazo!